lunes, 1 de abril de 2013

De hacer fácil lo difícil.

Siempre he pensado que lo que hace grande a las personas es la honestidad. El valor para decir a la cara lo que está bien y lo que esta mal. Muchas veces no somos conscientes del bien que hacemos con estas acciones, como tampoco somos conscientes del dolor les cuesta a esas personas su sinceridad. Creerme, necesitamos ser conscientes que muchas veces la persona que muestra su sinceridad, la que nos da el toque de atención, es la que siente más dolor.

La mayoría de las veces no somos conscientes del daño que hacemos con los errores que cometemos; y desgraciadamente, muy a menudo, cuando nos damos cuentas de esos errores, ya es demasiado tarde para rectificar. Nadie es perfecto, de eso también debemos ser totalmente conscientes. Lo que nos queda en estas ocasiones es realizar lo verdaderamente difícil: admitir que nos hemos equivocado, y pedir disculpas y perdón a las personas dañadas; y ante todo, esperar que la otra persona tenga el corazón lo suficientemente grande, como para hacer el acto de fe de perdonarnos y aceptar nuestras disculpas.

Si no desean aceptarlas, lo único que nos queda es tratar de aprender de nuestros errores y  mejorar como personas. Nadie es perfecto y el que lo crea así, seguramente estará equivocado, pero eso es algo, que yo sinceramente, nunca juzgaré. Ya es demasiado dolorosa la culpa.

Todo ello aunque en ocasiones seamos conscientes que no es suficiente. Si tenéis a vuestro alrededor a alguien tan altruista como para aceptar vuestras disculpas, dar gracias. No todas las personas esta dispuesto a perdonar.




No hay comentarios:

Publicar un comentario